Este trabajo de recolección y agrupamiento para formar grandes rodeos y su consiguiente marcha hacia los corrales de encierro se lleva varios días, dependiendo de ello la extensión de las propiedades y consecuencialmente, el mayor número de cabezas existentes. En grandes hatos como la calzada, este agotador trabajo se lleva hasta cincuenta días consecutivos para darle término, había casos ocasionados por la lejanía de los paraderos y por la dificultad que algunos rebaños presentaban para su recolección, en que los jinetes permanecían todo el día, desde el comienzo del alba hasta el oscurecer, en el desempeño de tan arduas y rigurosas tareas, sin probar bocado de alimento alguno, a no ser la mísera taza de café tinto que ingerían antes de sus partida. Y lo peor era que una vez que dejaban la cabalgadura en vez de entregarse al merecido y necesario descanso, se veían obligados a sacrificar una res, para poder así obtener su única ración alimenticia del día, que consistía en un buen trozo de carne asada. Esto por sí solo, demuestra la recia contextura del autentico llanero, y de allí la explicación de cómo, en el cruento y largo desarrollo de la guerra magna, pudieron seguir las huellas trazadas por Bolívar, trepando montañas y atravesando paramos, para la conquista de la Libertad en muchos pueblos hermanos. (La calzada, escuela de centauros, Francisco Betancourt Sosa. )